ALEXANDER CAMBERO / @ALECAMBERO
Las oscuras fuerzas mueven los hilos de su voluntad. El primer mandatario nacional sometido al designio de aquellos que controlan hasta sus más leves movimientos. En el mundo de sus tempestades intrínsecas viaja un hombre atrapado en su propio infierno, seguramente discurrirá entre su fidelidad al proyecto del hombre que lo puso a protagonizar la agenda de la patria; y la renuncia que la inmensa mayoría del país le solicita con voz de clamor. Sus decisiones tienen los pies atravesando la celda que lo conmina a ser rehén de los podridos intereses de los amos del botín. Un reclusorio con rejas más terribles que la que fija la reciedumbre del hierro. Son sus dueños los que mueven las manos de fieltro del fantoche. La jauría que dilapidó la fortuna más espectacular que recuerde cualquier nación en el planeta, es el emblema que caracteriza esta época basada en un socialismo trasnochado. Que perfumó sus banderas con el estiércol que dejaron los errores de los revolucionarios revestidos de totalitarismo.
Esas miserias adheridas a la rueda de la historia se hicieron yunque en la Venezuela que buscaba un rumbo y consiguió a Lucifer. Incesantes depredadores de lo que consiguieron en las arcas de la nación. No dejaron ningún ente gubernamental en donde su veneno corruptor no llegase para sembrarse hasta las venas. Penetraron hasta la profundidad de lo imaginable. Arrastraron los sueños de millones de incautos mientras se lo robaban todo.
De esa tragedia griega proviene el actual presidente de la República, Nicolás Maduro, como digno heredero de todas las tropelías que padecemos desde hace 18 años. Sus pasos no tienen destino. Su colosal precariedad intelectual y política son el averno de su destrucción, sus aliados lo mantienen aferrado al trono de Miraflores. Es la tarea hercúlea de la banda que nos defenestró. Casi tiene una imaginaria Kalashnikov AK 103, pegada en la región intercostal derecha del afligido personaje; obligándolo a no entregar el poder so pena de quedar todos al descubierto.
Los grupos detrás del trono hacen fila para someter sus ansias de rendirse. Nada de salir por la puerta grande; el interés de los malhechores del PSUV es arrasar con todo hasta dejarnos el esqueleto de la República en las manos. Entre las grandes presiones que se ciernen sobre él, está su presunta nacionalidad colombiana lo que le impide ejercer la presidencia de Venezuela. Semejante monstruosidad de usurpación constitucional sería un nuevo elemento para llevarlo a la cárcel. Todos sus actos son írritos y en detrimento de nuestra democracia. Además de ser uno de los principales culpables del asalto nacional. Es parte fundamental del mayor desfalco en Latinoamérica. Junto a Hugo Chávez y Diosdado Cabello son el triunvirato que nos quebró.
Sus últimas actuaciones las marca la cavilación.
Ver a Nicolás Maduro en sus farragosas cadenas se asemeja a cuando llevan a un reo por el pasillo en donde escuchará los cargos. Lánguida mirada en la búsqueda de alguna adhesión entre sus adeptos; son los barrotes imaginarios que lo tienen atrapado como alma huérfana de vida. Sus socios siguen empujándolo hasta llevarlo como pesado fardo a mantenerse en el poder. Su cárcel es el infierno eterno de su fracaso. Todos los sectores que comen en la mesa del botín lo mantienen. Es un preso de los morbosos intereses. Atado en la profundidad de la mazmorra espiritual de las almas abandonadas. Solo amigos de ocasión que buscan el favor de su rúbrica testimonial de los tesoros. Un títere de muchos grupos que nos carcomen, hombre sin número ni tampoco una nacionalidad definitiva. Siempre viajando en el limbo de la duda, sin duda atrapado en su propia salsa de la nulidad…
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