CaixaForum Madrid indaga en una exposición la fascinante relación del creador catalán con los objetos, que coleccionó durante toda su vida y de los que nacieron sus esculturas
NATIVIDAD PULIDO
Rosa María Malet y Elisa Durán, admirando dos esculturas de Miró en la exposición - |
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Joan Miró sintió toda su vida una fascinación irrefrenable por los objetos: «Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación, y luego me siento atraído hacia otro objeto que se junta con el primero y que al establecer contacto provoca un choque poético». Reunía en el suelo de su taller los objetos que encontraba y los iba acoplando. Fueron los objetos los que le llevaron a la escultura, no los dibujos. «Cada mota de polvo contiene el alma de alguna cosa maravillosa», comentaba el artista barcelonés. Le daba igual que fuera un plato hecho por un campesino o la más exquisita porcelana japonesa. Decía Joan Prats, gran amigo de Miró:«Cuando yo encuentro una piedra, es una piedra. Cuando Miró recoge una piedra, es un Miró». No le faltaba razón.
El año pasado vio la luz un libro, «El ojo de Miró» (La Fábrica), con texto de Joan Punyet Miró, nieto del artista, y fotografías de Jean Marie del Moral, que nos metía en la prodigiosa cabeza del gran creador catalán y que cumplía unviejo sueño de Miró: «Editar un libro con bellas fotos de objetos encontrados por mí». Acumuló medio millar de objetos que fue coleccionando metódica y compulsivamente durante toda su vida en sus distintos talleres. Como lossiurells mallorquines (unos silbatos-escultura) y los curritos. Ahora es una exposición la que indaga en la apasionante relación de Miró con el objeto. Organizada por la Obra Social «la Caixa» (cuyo logo es, precisamente, la célebre estrella mironiana), en colaboración con la Fundación Miró de Barcelona, se vio primero en esta última y ahora recala en CaixaForum Madrid, donde podrá visitarse hasta el 22 de mayo. El punto de partida de este proyecto tuvo lugar en 2012, gracias a la exposición de esculturas de Miró en el Parque de Esculturas de Yorkshire, además del estudio y la catalogación de los objetos de su estudio en Mallorca.
A través de más de un centenar de piezas, dispuestas en un estupendo montaje, el comisario de la exposición, William Jeffett, conservador jefe del Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida), muestra cómo fue evolucionando a lo largo de su carrera la relación de Miró con los objetos. Algo que compartía con los surrealistas, a quienes estaba muy vinculado. En los años 20 este artista tan pacífico que muchos tienen por naif abanderó una revolución en toda regla, proclamando el asesinato de la pintura: muy combativo, quería destruir las convenciones artísticas. Borra figuras, raya y corta los lienzos... En los años 30 aparecen sus collages, que incluyen materiales insólitos como arena, soportes extraños... En los 40, ya en plena madurez creativa, realiza pequeños bronces, ensamblajes con objetos encontrados, susprimeras cerámicas... Y entra el objeto en su obra. En los 60 y 70 sus bronces crecen de tamaño, los pinta de colores... Y ya en estos últimos años un joven Miró octogenario crea sus obras más rupturistas: vuelve a atacar la pintura con clavos, los rompe, los quema, dejando que veamos lo que hay tras ellos... Los llamaba antipinturas. Miró elegía materiales efímeros, como telas encontradas en mercados ambulantes. Trataba de restar el valor económico de las pinturas en el mercado del arte, buscando siempre su función poética.
Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró de Barcelona, advierte que sus esculturas son combinaciones de objetos a partir de las que nacen estos entes mironianos. Pero aclara que los juegos de Miró no parten de objetos extravagantes, sino cotidianos, que él mismo recogía. Joan Punyet Miró, administrador de la Sucesión Miró, considera esta exposición «un sueño hecho realidad tras muchos años de investigación». Recuerda los días que compartió con su abuelo en excursiones por el campo y la playa, en las que Miró recogía objetos que llevaba a su estudio y que conforman la poética de su creación. «Decía que no temía a la muerte ni al fracaso, sino a la repetición. Su inconformismo vanguardista se ve en las telas quemadas que hizo a los 80 años. Tenía un volcán en erupción en el fondo de su alma. Vivía cada día como si fuera el último, buscando un lenguaje iconoclasta, resurgiendo de sus cenizas como el Ave Fenix».
La muestra cuenta con un espacio familiar y educativo, donde los más pequeños (y no tan pequeños) disfrutarán creando su propio Miró en la pared ensamblando objetos estampados en piezas con imanes. El jueves a las 20 horas habrá una visita guiada a la exposición retransmitida en directo on line a través de Periscope (se podrá seguir desdehttps://twitter.com/CaixaForum) Además, los días 15 y 16 de abril se celebrará un simposio en CaixaForum Madrid centrado en Miró y la escultura del siglo XX.
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