A la edad de 79 años, y tras una larga enfermedad, ha fallecido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) su localidad natal, el torero José Martínez Ahumada, conocido en el mundo del toro como Limeño, que ha pasado a la historia por sus valerosas gestas ante las reses de la legendaria ganadería de Miura en la plaza de la Real Maestranza, de donde salió a hombros por la Puerta del Príncipe en cuatro ocasiones.
Los aficionados le han valorado su gallardía, su valor y su poderío, pero no ha ocupado ni ocupará el reconocimiento de figura que, sin duda, se ganó en el ruedo. Quizá por su reconocida humildad o por los extraños avatares de la suerte, se hablará de Limeño como un buen torero, cuando demostró en el ruedo actitud y técnica suficientes para hacerse merecedor de un hueco entre los grandes del pasado siglo.
Hijo de Chocolatero, un novillero sin fortuna, nació en el matadero de Sanlúcar el 19 de septiembre de 1936; el 21 de octubre de 1951 se vistió de luces por vez primera, anunciándose como Pepito Martínez; en julio de 1959 salió por la puerta grande de Las Ventas, y al año siguiente hizo el paseíllo en Sevilla para doctorarse como matador de toros. El padrino de la ceremonia fue Jaime Ostos, Curro Romero hizo de testigo y su primer toro perteneció a la ganadería de Galache. Dos años más tarde, el 24 de mayo de 1962, confirmó la alternativa en Madrid de manos de Diego Puerta.
Faltaba aún algún tiempo para que rompiera como torero y se convirtiera por derecho propio en predilecto de la afición sevillana, aunque la primera oreja a un toro de Miura en Sevilla la paseó en la feria de 1961.
El gran suceso acaeció en la primavera de 1968; el torero gaditano salió a hombros dos tardes por la Puerta del Príncipe, la primera de ellas ante los toros del temido hierro sevillano. Repite la hazaña en 1969, corta cuatro orejas la tarde del 20 de abril y conquista el premio al triunfador de la feria de ese año; y en la feria siguiente forma parte de un cartel que figura en los anales de la tauromaquia: toros de Miura, para Pepe Limeño, Palomo Linares y El Hencho. A todos los toros les cortaron orejas: Limeño, cuatro, y dos cada uno sus compañeros de cartel, y los tres salieron a hombros por la puerta de la gloria en una tarde apoteósica.
Once orejas
En total, Limeño cortó 11 orejas en Sevilla a toros de Miura, algo realmente extraordinario, a pesar de lo cual ni la propia Real Maestranza ni los taurinos de la época valoraron con justicia sus admirables condiciones lidiadoras. Se retiró en 1971 y reapareció en dos ocasiones, la última para dar la alternativa a su paisano Manuel Rodríguez, El Mangui, en la plaza de El Puerto de Santa María.
Cuando abandonó el traje de luces, Limeño continuó ligado al mundo de los toros como empresario y veedor. Cada año volvía a la Feria de Abril, donde solo los más veteranos recordaban las gestas de un torero grande al que la historia no le ha hecho justicia.
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