Considerada como uno de los principales destinos turísticos del mundo, París, la ciudad de las luces, es sinónimo de belleza y lujo. Sin embargo, no siempre fue así; antes de la primera mitad del siglo XIX, la capital francesa se desarrollaba rápida y desordenadamente: sus estrechas calles se extendían de forma asimétrica, formando un laberinto urbano.
A pesar de ser la capital de Francia, París contaba con una mala reputación por sus condiciones de vida insalubres. Una epidemia de cólera azotaba la ciudad debido a que las aguas del río Sena, el suministro de agua de la ciudad, estaban contaminadas por las aguas negras del alcantarillado.
La pobreza y los crímenes aumentaban; los revolucionarios de décadas anteriores utilizaban la ciudad para traficar armas, y el temor en la población era creciente.
Fue el temor de otra revolución el que incitó a Napoleón III a interesarse en la realización de un proyecto para modernizar París, con el que adecuó las calles de la ciudad de forma estratégica para facilitar el movimiento de sus tropas en caso de una insurrección, y al mismo tiempo crear una reputación más favorable para la capital de la nación. Fue entonces que Napoleón III convoca a Haussmann para dirigir la renovación de París.
La concepción de Haussmann sobre París era más que la de una ciudad; París estaba encaminada a convertirse en un icono de las grandes ciudades que perduraría por siglos.
Proyectando orden, armonía e integración entre sus obras, Haussmann edifica monumentales construcciones, entre ellas, edificios públicos en los que se desempeñarían las funciones del estado, esto con el fin de exaltar la gloria y elpoder de Francia como potencia política, comercial y militar.
Haussmann buscaba crear una ciudad en la que todos los elementos visuales encajaran de forma natural; este principio es visible en un bulevar parisino que lleva su nombre, en el que las construcciones son de aspecto simétrico y alargado, los colores claros predominan en las fachadas y los colores oscuros en los techos, logrando así una armonía visual entre todos los componentes arquitectónicos de la ciudad.
Haussmann creía que la naturaleza podía coexistir con la ciudad como un elemento estético, es por esto que restaura los bosques y parques creados durante el segundo imperio, tales como el bosque de Boulogne y de Vincennes, los parques Montsouris y Monceau y muchas de las plazas ajardinadas distribuidas por toda la ciudad.
Desde el punto de vista de Haussmann la reputación de una ciudad se puede forjar más por su estética que por su gente.
“La arquitectura es el testigo insobornable de la historia, por que no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones”, escribió Octavio Paz, quien a pesar de vivir un siglo después que Haussmann comparte la idea de que la arquitectura es parte del entramado que forma la identidad de una nación.
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