Eres responsable de ti mismo. Tú respondes de tus actos, tú asumes las consecuencias de tus acciones, de tus palabras y decisiones en cada instante. Nadie más que tu mente y tu corazón pueden decirte qué hacer o qué no hacer en cada momento y algo así, te convierte en una persona libre, en alguien capaz de construir su propio destino.
Seguimos culpando a otros de nuestros malestares, fracasos y sufrimientos. A veces, nuestra infelicidad es el resultado de esa relación dependiente y dañina (de la que no nos atrevemos a salir). Por ejemplo: “mi inseguridad y mis miedos se deben a esa educación autoritaria que me dieron de niño (la misma que aún no he afrontado ni resuelto para convertirme en la persona que deseo ser)”.
los mejores años de nuestra vida son aquellos en los que asumimos por fin que los problemas son solo nuestros. Nada es culpa de nuestra madre, de la ecología o de la política. Cuando uno se da cuenta de esto, asume el control de su propio destino…
Por tanto, ser responsable de ti implica aprender a tomar decisiones que permitan alcanzar el bienestar y la realización personal. Y, a su vez, asumir las consecuencias de las acciones y saber reaccionar ante lo que acontece alrededor sin necesidad de culpabilizar a otros.
si desarrollas una buena responsabilidad personal podrás cumplir tus metas y alcanzarás la autorrealización, esa cima en la cual, poder sentirte bien con quien eres, con lo que te rodea y lo que estás logrando.
Para concluir, aprender a ser responsable de ti mismo lleva tiempo y exige un compromiso constante. Sin embargo, una vez lo logramos, la sensación de libertad es absoluta. Trabajemos en ello.
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